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Hablar sobre el 2001 en la Argentina es retrotraerse a uno de los peores momentos que vivió el país -sino el peor- en este nuevo siglo. La crisis económica, política y social que se vivía en los 90 terminó por explotar en un diciembre lleno de saqueos, represión y muerte. Fue el momento en el que los argentinos dejaron de creer en los políticos, ya que todo les escaseaba. Sin embargo, no todo fue malo durante ese año. Y es que entre junio y julio se disputaría la decimotercera edición de la Copa Mundial de Fútbol Juvenil de la FIFA, cuya organización le fue otorgada a la Argentina por todos los logros que había conseguido desde que José Néstor Pékerman y su cuerpo técnico tomaran las riendas de las jóvenes promesas del país. 


Los argentinos, que cada día vivían con miedo a lo peor, pudieron al menos por un mes reunirse en la cancha de Vélez para poder disfrutar de una escuadra sólida que practicó ese juego de toques y gambetas que tanto les gusta a los hinchas. Pero, además, también demostraron que se podía competir y ganar desde la deportividad y la caballerosidad, algo que se había perdido en las Juveniles y que el entrerriano llegó para transformar. Durante aquel mes se habló más de los Javier Saviola, Leandro Romagnoli, Maxi Rodríguez o Andrés D´Alessandro que del desempleo, los precios o la falta de confianza para con los políticos. Fue un mes en donde se pudo ser feliz, al menos por un momento. Porque el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes. Y siempre nos hace falta. 

2001 UNA ODISEA ARGENTINA

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  • UN MUNDIAL EN MEDIO DE LA CRISIS. UNA SELECCIÓN QUE MARAVILLÓ AL MUNDO

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