¿Sabías que la primera final de una Copa del Mundo se jugó un miércoles? ¿que uno de los campeones trabajaba en la Aduana? ¿y que el capitán francés de aquel Mundial en Montevideo terminaría fusilado por crímenes de guerra?
Después vendría el Mundial en el que los locales salieron a la cancha en la final con la obligación de levantar sí o sí la Copa. Y aquel otro en que el técnico tenía el título a sus pies, puso a los suplentes y perdió. Y el del error histórico del arquero local, condenado por ese error a la indiferencia perpetua por un país carnavalero que se quedó sin su fiesta mayor.
 
Un poco más acá en el tiempo, la Copa en que los creadores del precalentamiento fallaron justo en la final y su rival le hizo recuperar la dignidad a toda una nación. El siguiente, que marcó el hasta hoy solitario título sudamericano conquistado en tierras de Europa. Y aquel otro de los días negros de la Araña Negra en el país extendido a lo largo de la Cordillera.
También, el de la duda shakespeareana: la pelota que dio su única Copa a los inventores del futbol, ¿picó delante o detrás de la línea? esa será la cuestión, por siempre . Y, como broche de oro, el Mundial en el que el juego bonito brilló en su máximo esplendor.
 
Con destreza de periodista nato y la experiencia de haber vibrado, sufrido y disfrutado con 15 Mundiales, Juan Vasle nos ilumina en este libro todas aquellas Copas del Mundo que se jugaron cuando la FIFA no tenía más países miembros que la ONU, los hinchas no iban a los estadios con la casaca de su país, no sonaban vuvuzelas ni había drones de la tele sobrevolando el campo de juego. Esos tiempos sin VAR, sin replay, sin cambios durante el partido, ni tarjetas y aerosol en el bolsillo del árbitro.